domingo, 13 de octubre de 2013

Santa Elena, tierra de animales, flores y silletas de mil colores



Cada vez que le preguntan cómo le fue en la tacita de plata, ella dice que muy bien y que tenían razón con respecto a la tranquilidad y la armonía  que se vive en la zona, lo que no le dijeron es que existe un lugar donde las luces le dan un tono ocre al cielo, donde las montañas te envuelven en un ir y venir de verdes claros y oscuros, donde la bruma cubre las carreteras que tantos viajantes han recorrido esta tierra de flores de mil colores, de gente pujante con silletas al hombro, y  riachuelos de agua frías, frías como sus noches.

Como una “trotamundos”, así la llaman quienes la conocen, quiso descubrir el sorprendente mundo natural que esconde esta región. Sí, allá en Santa Elena, corregimiento de la bella Medellín; ahí hace algún tiempo se viene presentando una serie de visitas concernientes al cuidado animal y del medio ambiente, una serie de encuentros que van más allá de descubrir todo lo que tiene por mostrar esta tierra conocida como el pedacito de cielo.

Cuenta doña Sandra, habitante de la vereda el placer, que cuando los jóvenes de la ciudad visitan el pueblo, narran las aventuras que han vivido recorriendo paisajes y cuidando a los animales de un bosque muy cercano al riachuelo el cristal, cada uno relataba historias diferentes; que como es el aire fresco, también como las estrellas iluminan las noches, eso lograron notar esa vez que hicieron un recorrido por el caserío que tiene un lugar bonito llamado El Perico. Fue esta una de las razones que llevó hacer este viaje de grandes travesías.

El paseo desde la capital fue genial, el sábado salieron temprano, pensaron que sería un buen recorrido. El día amaneció nublado, pero  no se preocuparon mucho, sabían que al salir de la ciudad, cambiaría el clima, tenían  curiosidad en sentir la vida un poco más natural, al llegar, el olor de las montañas hizo volar la imaginación por unos instantes, el clima acogedor arropaba de pies a cabeza y una taza de chocolate caliente con pandebono, fue el inicio para compartir y disfrutar una que otra locura.

Al llegar a casa  de Mindy, ese pedacito de cielo, los aventureros, un poco desequilibrados decían que habían visto tigrillos lanudos muy bonitos y varias ardillas más locas que ellos, en realidad casi siempre cuentan las mismas historias cada vez que conocen nuevos senderos para recorrer y disfrutar su paisaje.

 Cuando conoció el hábitat de varias especies, quedó pasmada ante la belleza natural que tiene este pueblo, pero lo que jamás va a olvidar es cuando mi hermana, quien colabora alimentando a los animales, la llevó a un paraje muy bonito llamado el placer, recuerda que caminaban descalzos, muy cerca había una venta de comidas típicas, pidieron unas galletas no muy caras, la tendera les dio las más grandes que tenía. ¡Qué delicia! Ella si sabe de gustos.

De regreso quería,  pasear  perros, un plan que  llama mucho la atención, el pueblo se presta para estas actividades, ellos emocionados movían su cola sin parar, pueda que anden sueltos, corrían con ansías de sentir el frío de la tarde, no paraba de reír al ver tanta emoción, ¿será que nunca había visto la alegría de los animales? Eso se peguntaba cada vez que los veía como se mordían las orejas  jugando.

De repente, adentrándose al bosque, fue tal la impresión al ver paisajes tan bellos, recónditos entre las montañas, las especies bailaban en los árboles, brincaban de un lado a otro sin parar, el sonido de los grillos  transportaban su mundo...no podía creer que  estuviera bien escondida esta vista y que gente amante del medio ambiente no lo conozca casi, los colores de naturaleza llenaban de paz su vida.

Dice que el impacto era tal que las ardillas hasta le sonreían, el entorno la llenaba de gozo, el sentir las piedras entre los dedos, el canto de los pájaros…esa llovizna de tarde que envuelve que huele caña…a café.

Así disfrutan el mundo natural muchas personas, que con recorridos por el entorno natural, saben lo que es amor por la naturaleza, por las especies que lo habitan, ese sentido de pertenencia que tienen por estas zonas que se disfrutan al conocer sus senderos, esos que hacen parte de las afueras de la ciudad para su regocijo.

 Cada vez más se abre paso el turismo alternativo en Medellín, ese que despierta sensaciones en otra forma de pasear, conocer y disfrutar lugares llenos de magia como este, y vivir  experiencias maravillosas como las que vivió Maryory Valencia  al unirse con sus amigos y gozar esta aventura que quizás ese amor por la naturaleza y animales los haría vivir este acontecimiento mil veces más.











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