Cada vez que le preguntan cómo le
fue en la tacita de plata, ella dice que muy bien y que tenían razón con
respecto a la tranquilidad y la armonía
que se vive en la zona, lo que no le dijeron es que existe un lugar
donde las luces le dan un tono ocre al cielo, donde las montañas te envuelven
en un ir y venir de verdes claros y oscuros, donde la bruma cubre las
carreteras que tantos viajantes han recorrido esta tierra de flores de mil colores, de gente pujante con silletas al hombro, y riachuelos de agua frías, frías como sus
noches.
Como una “trotamundos”, así la
llaman quienes la conocen, quiso descubrir el sorprendente mundo natural que
esconde esta región. Sí, allá en Santa
Elena, corregimiento de la bella
Medellín; ahí hace algún tiempo se viene presentando una serie de visitas
concernientes al cuidado animal y del medio ambiente, una serie de encuentros
que van más allá de descubrir todo lo que tiene por mostrar esta tierra
conocida como el pedacito de cielo.
Cuenta doña Sandra, habitante de
la vereda el placer, que cuando los jóvenes de la ciudad visitan el pueblo, narran
las aventuras que han vivido recorriendo paisajes y cuidando a los animales de
un bosque muy cercano al riachuelo el cristal, cada uno relataba historias
diferentes; que como es el aire fresco, también como las estrellas iluminan las
noches, eso lograron notar esa vez que hicieron un recorrido por el caserío que
tiene un lugar bonito llamado El Perico. Fue esta una de las razones que llevó
hacer este viaje de grandes travesías.
El paseo desde la capital fue
genial, el sábado salieron temprano, pensaron que sería un buen recorrido. El
día amaneció nublado, pero no se
preocuparon mucho, sabían que al salir de la ciudad, cambiaría el clima, tenían curiosidad en sentir la vida un poco más
natural, al llegar, el olor de las montañas hizo volar la imaginación por unos
instantes, el clima acogedor arropaba de pies a cabeza y una taza de chocolate
caliente con pandebono, fue el inicio para compartir y disfrutar una que otra
locura.
Al llegar a casa de Mindy, ese pedacito de cielo, los
aventureros, un poco desequilibrados decían que habían visto tigrillos lanudos
muy bonitos y varias ardillas más locas que ellos, en realidad casi siempre
cuentan las mismas historias cada vez que conocen nuevos senderos para recorrer
y disfrutar su paisaje.
De regreso quería, pasear
perros, un plan que llama mucho
la atención, el pueblo se presta para estas actividades, ellos emocionados
movían su cola sin parar, pueda que anden sueltos, corrían con ansías de sentir
el frío de la tarde, no paraba de reír al ver tanta emoción, ¿será que nunca
había visto la alegría de los animales? Eso se peguntaba cada vez que los veía
como se mordían las orejas jugando.
De repente, adentrándose al bosque, fue tal la impresión al ver paisajes tan bellos, recónditos entre las montañas, las especies bailaban en los árboles, brincaban de un lado a otro sin parar, el sonido de los grillos transportaban su mundo...no podía creer que estuviera bien escondida esta vista y que gente amante del medio ambiente no lo conozca casi, los colores de naturaleza llenaban de paz su vida.
Dice que el impacto era tal que
las ardillas hasta le sonreían, el entorno la llenaba de gozo, el sentir las
piedras entre los dedos, el canto de los pájaros…esa llovizna de tarde que envuelve
que huele caña…a café.
Así disfrutan el mundo natural
muchas personas, que con recorridos por el entorno natural, saben lo que es
amor por la naturaleza, por las especies que lo habitan, ese sentido de
pertenencia que tienen por estas zonas que se disfrutan al conocer sus
senderos, esos que hacen parte de las afueras de la ciudad para su regocijo.
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