miércoles, 20 de mayo de 2015

Horizontes inciertos


Maria Ruby, hace parte de los más de 5 millones de desplazados por el conflicto armado en Colombia, las inclemencias de la violencia la condenaron al destierro. Ahora es vendedora ambulante en el parque Botero; ahí yacen junto a ella y sus recuerdos, todos aquellos a los que la violencia ha sepultado en vida.

Una vida llena de color, brisa, cantos de gallo, una mañana con olor a caña y a café, así eran los amaneceres de María Ruby todas las mañanas  en San Pedro San Rita un corregimiento de Andes Antioquia.
María Ruby, vivía con su esposo y sus hijos en la vereda, llevaban una vida llena de gozo, no tenían problemas con nadie a pesar de vivir en una región que se ha visto golpeada por la violencia  de los grupos armados del país.
Cierta mañana, como de costumbre los niños eran llevados a la escuela y Luis Alberto salía al campo a trabajar, mientras tanto ella se quedaba  en casa preparando el almuerzo y arreglando la casa; trabajo costumbre que tienen las amas de casa de esta región.
A eso de las 9 de la mañana, llegaron dos señores y tocaron la puerta y ella los atendió, de repente sacaron un arma y le pidieron que tenían que darle dinero a lo que ella le respondió: no tengo dinero, acá solo tenemos esta vaquita que es la que no da para la comida, ellos le dijeron que  les daban dos días para conseguir el dinero sino se atenían a las consecuencias.
Ella con temor  cerró la puerta  y asustada no sabía qué hacer, esperó a que su esposo llegara y le contó lo que había  pasado; la cosa no paró ahí, lo mismo le sucedió a al resto de los vecinos que con temor no sabían que  hacer, los días pasaron y se llegó la fecha del pago.
El domingo por la mañana María Ruby preparaba el  desayuno,  su esposo estaba sentado en la sala con los niños de lado y lado esperando el tinto que ella preparaba, de repente llegaron 15 encapuchados que lo maltrataron delante de los niños, ella en la cocina sentía temor,  temor que sintió más en los siete disparos que acabaron con la vida de Luis Alberto.
En ese momento en medio del dolor y la angustia por lo que estaba pasando, tomó el revolver  que estaba detrás de la puerta, le echó mano y mató a uno de los encapuchados que acabó con la vida de su marido; al ver que ella estaba viva, tuvo desplazarse y les tocó arrancar para Medellín.
En Medellín el puente de Niquitao fue el refugio para ella y sus hijos, le tocó vivir entre habitantes de la calle y consumidores de vicio, fue una vida muy dura, estando ahí se le robaron a uno de los niños que solo tenía 27 días de nacido logró recuperarlo por medio de una foto  recorriendo las calles del frío centro de la ciudad María Ruby desde ese entonces  ha padecido las inclemencias  más duras en la vida. Dormía sobre unos periódicos, cocinaba en latas de Leche Klim y la comida la servía en jaboneras.
Al pasar los días, se fue a vivir con sus hijos al barrio San José de la Cima al lado de una de las casa más temibles de Medellín “La casa del terror” lugar  que tuvo un pasado tortuoso, masacres, gritos, lamentos y la comunidad sin poder hacer nada, hoy solo quedan escombros y las historias más escalofriantes que prefieren no recordar, ella lleva una vida tranquila, y trabaja actualmente en la Plaza Botero  de Medellín vendiendo tintos, cigarrillos y trabajo en crochet .




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