Maria Ruby, hace parte de los más de 5 millones de
desplazados por el conflicto armado en Colombia, las inclemencias de la
violencia la condenaron al destierro. Ahora es vendedora ambulante en el parque
Botero; ahí yacen junto a ella y sus recuerdos, todos aquellos a los que la
violencia ha sepultado en vida.
Una vida llena de color, brisa,
cantos de gallo, una mañana con olor a caña y a café, así eran los amaneceres
de María Ruby todas las mañanas en San Pedro San Rita un corregimiento de
Andes Antioquia.
María Ruby, vivía con su esposo y
sus hijos en la vereda, llevaban una vida llena de gozo, no tenían problemas
con nadie a pesar de vivir en una región que se ha visto golpeada por la
violencia de los grupos armados del país.
Cierta mañana, como de costumbre los
niños eran llevados a la escuela y Luis Alberto salía al campo a trabajar,
mientras tanto ella se quedaba en casa preparando el almuerzo y
arreglando la casa; trabajo costumbre que tienen las amas de casa de esta
región.
A eso de las 9 de la mañana,
llegaron dos señores y tocaron la puerta y ella los atendió, de repente sacaron
un arma y le pidieron que tenían que darle dinero a lo que ella le respondió:
no tengo dinero, acá solo tenemos esta vaquita que es la que no da para la
comida, ellos le dijeron que les daban dos días para conseguir el dinero
sino se atenían a las consecuencias.
Ella con temor cerró la
puerta y asustada no sabía qué hacer, esperó a que su esposo llegara y le
contó lo que había pasado; la cosa no paró ahí, lo mismo le sucedió a al
resto de los vecinos que con temor no sabían que hacer, los días pasaron
y se llegó la fecha del pago.
El domingo por la mañana María Ruby
preparaba el desayuno, su esposo estaba sentado en la sala con los
niños de lado y lado esperando el tinto que ella preparaba, de repente llegaron
15 encapuchados que lo maltrataron delante de los niños, ella en la cocina
sentía temor, temor que sintió más en
los siete disparos que acabaron con la vida de Luis Alberto.
En ese momento en medio del dolor y
la angustia por lo que estaba pasando, tomó el revolver que estaba detrás de la puerta, le echó mano
y mató a uno de los encapuchados que acabó con la vida de su marido; al ver que
ella estaba viva, tuvo desplazarse y les tocó arrancar para Medellín.
En Medellín el puente de Niquitao
fue el refugio para ella y sus hijos, le tocó vivir entre habitantes de la
calle y consumidores de vicio, fue una vida muy dura, estando ahí se le robaron
a uno de los niños que solo tenía 27 días de nacido logró recuperarlo por medio
de una foto recorriendo las calles del
frío centro de la ciudad María Ruby desde ese entonces ha padecido las inclemencias más duras en la vida. Dormía sobre unos periódicos,
cocinaba en latas de Leche Klim y la comida la servía en jaboneras.
Al pasar los días, se fue a vivir
con sus hijos al barrio San José de la Cima al lado de una de las casa más
temibles de Medellín “La casa del terror” lugar
que tuvo un pasado tortuoso, masacres, gritos, lamentos y la comunidad
sin poder hacer nada, hoy solo quedan escombros y las historias más escalofriantes
que prefieren no recordar, ella lleva una vida tranquila, y trabaja actualmente
en la Plaza Botero de Medellín vendiendo
tintos, cigarrillos y trabajo en crochet .
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