Esa tarde llena de color, risas por montón esa tarde
donde transcurría todo con normalidad, ellos siempre jugando, pasaban la mayor
parte del tiempo con su madre quien a cada rato les llamaba la atención por los
juegos pesados que a veces tenían.
El negro, así como
llamaban o aun llaman al mayor de cinco hijos de la familia Contreras Feria,
quienes viven en la ciudad de Montería en la zona céntrica del Municipio, fue
quien llevó siempre el mando entre sus hermanos; esa tarde los incitó a jugar
con fuego, lo que nunca se imaginaron es que tal hazaña terminaría muy mal.
Comenzaron recogiendo
basura para que las llamas crecieran más
y lograran incluso hacer un “cocinao” lenguaje típico de la región al jugar a
la comidita; todos estaban reunidos
viendo como el fuego crecía y crecía, pero el negro quería ver más
grande la llama, buscó petróleo por
todos lados, que con tan mala suerte confundió el tarro de este líquido
inflamable, con uno más potente que por un casi acaba con la vida de todos
ellos, Gasolina.
Su padre trabaja
arreglando vehículos, por eso siempre tuvo en casa un frasco lleno de gasolina para desengrasar los
repuestos que arreglaba, situación que por descuido de ellos, el hijo mayor que
en esa época tenía 8 años, tomó el tarro equivocado y lo arrojo al fuego para
que la llama creciera más.
De repente las llamas
crecieron tanto que se convirtió en una cortina ardiente, ellos en ese callejón de la casa, quedaron
atrapados pidiendo ayuda, los gritos eran tan fuertes que los vecinos de la
cuadra escucharon los lamentos, todos corríamos desesperados buscando ayuda
para sacarlos de ese infierno.
Su madre daba gritos al
ver a sus hijos envueltos en esa llamarada, gritaba desesperadamente pidiendo
ayuda, los vecinos buscaron palos, agua, trapos para combatir las llamas, lo
que resultaba casi imposible por lo grande que estaba; de un momento a
otro apareció mi madrina, quien se bañó
al pie del tanque del agua, y se metió sin
pensarlo dos veces a sacarlos de ahí.
La gente gritaba
despavorida al ver que los niños se estaban quemando, ya las carita se veían
todas quemadas, ellos no paraban de llorar, yo menos lo hacía al ver como se
estaban quemando por un juego que su hermano había practicado, Chave, como la
llaman en el barrio pasó entre las llamas
y los ayudó, los sacó uno a uno
en sus hombros, la gente aplaudió esto, porque nadie se atrevía hacerlo, así
lograron salvarse de una tragedia que
como cosas de niños, era un juego, al que no vieron las grandes consecuencias
que ocasionó este incendio que nunca en el barrio se olvidará.
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