miércoles, 20 de mayo de 2015

El nocaut de Pambelé



* Ejercicio basado en el texto El Oro y la oscuridad de Alberto Salcedo Ramos.

Gritos, batas blancas…compasión pedía para sentirse bien, así como en sus tiempos de brillo y fama las cámaras lo buscaban por su nombre, Kid Pambelé  padecía su adicción tras las paredes en un lugar de reposo.

La vida de Kid Pambelé que se ha visto enfrentada por situaciones que se presentan en la cotidianidad, en algunos casos: llanto, maltrato verbal, trastornos, en su caso la fama, lo llevó a tener una vida un poco complicada;  cuando dejó de golpear las paredes, las cámaras no dejaban de flashear  el momento en el que  se cogía el mismo a golpes y lucía  desvalido como en sus más duros encuentros; Con expresiones coloquiales de su región, solo alcanzó a decir ¡Ay mi madre! Llorando tapó su cara con las manos;  su equipo médico quien lo trata en el Hospital de San Pablo en Cartagena

Christian Ayola, el siquiatra del hospital que estaba a cargo del caso de Pambelé, salía almorzar, quedo estupefacto a ver las imágenes que salían por el noticiero, lo cual le parecían muy fuertes y de mal gusto; pero le preocupaba más no tanto el discurso que iba a dar , sino preguntar  por el paciente que entró en crisis, pensó que había tomado algo que no le había recetado “Él tenía que estar a punta de eurolépticos para el estado sicótico y estabilizadores para el humor”, recuerda Ayola.

Para época de elecciones presidenciales, el candidato del partido conservador, Andrés Pastrana, llamó por la mañana pidiendo que lo dejaran ver, a lo que su médico de cabecera no se opuso a la visita, lo único que le pidió es que fuera en secreto y no un acto público con intenciones políticas; a lo que respondió efusivo que a los amigos  no se les esconde; Amistad formada hace 22 años, cuando El presidente de la República de Colombia era Misael Pastrana y Antonio Cervantes, más conocido como Kid Pambelé, era el campeón mundial de peso Walter Junior.



La afinidad entre ellos fue de una, el presidente  en el Palacio de San Carlos, lo tenía como un ejemplo  en sus discursos  y se hacía tomar fotos frente al televisor, cuando Pambelé  estaba en el ring; aparte de esto, fue a Palenque el pueblo pobre donde nació el campeón  a inaugurar los servicios de energía y acueducto; Kid Pambelé, por su parte, le dedicaba cada triunfo y viajaba desde donde estuviera para acompañar a Andrés, el hijo del presidente entonces un muchacho de 18 años, a las caminatas que organizaba por las calles de la ciudad de Bogotá.

El 28 de octubre de 1972, Kid Pambelé se coronó el título, el país permanecía en adoración por el premio, los medios de comunicación de esa época no le perdían pisada, siempre estaban sobre él; el Heraldo de Barranquilla lo mostraba en el aeropuerto como besaba a una rubia de camisilla verde. El diario el Universal de Cartagena, lo encontró en una notaría, mientras firmaba las escrituras de varios apartamentos que había comprado de una; lo mismo pasó con el Espectador, quien informó por quien iba a votar en las próximas elecciones, de este modo otros periódicos, lo buscaban en la casa presidencial y de escritores  como León de Greiff, para preguntar sobre el ídolo del momento

Pambelé, además, salía con la cantante de moda de la época en el país, donde recibía homenajes de alcaldes y concejales, cultivaba amistad con famosos como José Luis Rodríguez El Puma  y Óscar de León; regalaba toros en cuanta corrida podía, coronaba reinas en ferias populares, les tenía grandes casonas a sus dos mujeres oficiales, pontificaba sobre la temperatura ideal del vino de Oporto, se hacía brillar las uñas en salones de belleza, coleccionaba carros lujosos en cada una de sus viviendas y pagaba  a todos los boxeadores con quien se enfrentaba.

Para Juan Gossain, Pambelé  fue el hombre que nos enseñó a ganar a todos, antes de él, éramos un país de perdedores, solo nos quedaba conjugar el verbo triunfar, solo celebrábamos los empates, como el de la unión soviética  en el mundial de 62. Pambelé, logró convencer que “si se puede pasar de victorias  morales a victorias  reales”.

A  qué hora es la pelea de Pambelé, exclamaban sus seguidores, cuando el esplendor  del boxeador era un tema  casi que obligado para  todo, el expresidente Belisario Betancur cuenta que en cierta ocasión en una reunón en Madrid junto a Gabriel García Márquez exclamó, que  había llegado el hombre más importante del país, para el momentos Gabo, buscaba y preguntaba ¿dónde está Pambelé?


Y Pambelé estaba sentado en el borde de su cama en el Hospital San Pablo. Lloraba sin parar, con un resuello profundo. A la edad 49 años había perdido esa imagen invencible del pasado, ese cuerpo escultural que en su época de boxeador causaba asombro en las ruedas de prensa, de eso ya no queda nada, sus huesos continuaban allí, escasamente cubiertos por la piel, se veía sucio. Las batas de la clínica, esas que son anchas y blancas, algunas que otra vez manchadas, aumentaba su aire de huérfano.

En sus brazos salían las venas, gordas y tensas. Su color de piel negra ya no brillaba, sino que se asemejaba un desgaste como el óxido. Donde antes resplandecía un diente recubierto de oro con sus iniciales engastadas, había ahora un pasaje oscuro que inspiraba pesar. Sus ojos no parecían hinchados por el llanto sino por una paliza.

Viéndolo así, el médico Christian Ayola no fue capaz de probar bocado, le parecía el colmo que se expusiera el dolor de un ser humano a semejante contemplación tan morbosa, desde ese momento hubiera hecho cualquier cosa con tal de impedir que un lugar como lo son los hospitales, fuera un lugar de respeto, se comunicó por teléfono a la enfermera jefe y le dio las instrucciones del caso. Cuando colgó se puso a pensar que en Cartagena todo conspiraba contra el propósito de curar al personaje más importante de la época.



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